Quiero entrenar con un psicólogo deportivo

La motivación en la rutina

No todos los partidos son motivantes, por mucho que al común de los mortales nos cueste creer que el sueldo de un futbolista de élite, que se dedica a lo que le gusta, lleva aparejado un nivel de motivación exultante e inagotable.

Podríamos decir que la mayoría de los partidos de una temporada no resultan especialmente motivadores para un jugador acostumbrado a estar presente en la alineación titular de su equipo. Es aquí donde el profesional del fútbol muestra su OFICIO, es decir, es capaz de alcanzar un rendimiento alto aunque su nivel de motivación sea bajo. Y es tarea del entrenador fomentar razones para la motivación.

¿Qué hace que un partido sea motivante para un jugador acostumbrado a ser siempre titular?

-        Un rival especial, bien por ser un equipo de renombre o bien por una rivalidad reseñable (por ejemplo, un derbi).

-        Un mal rendimiento en el partido anterior, de manera que el próximo suponga una oportunidad para resarcirse.

-        Un partido que toca justo después de un punto de inflexión en el equipo. Por ejemplo: un cambio de entrenador o una derrota dolorosa en el anterior partido que, tras éste, todas las miradas están puestas en la siguiente actuación.

Sin embargo, con este planteamiento, pareciera que resulta más motivador una mala experiencia que una buena y, sin embargo es cierto, siempre y cuando estemos hablando de profesionales con OFICIO, competitivos y ambiciosos que sepan reaccionar ante los baches con autocrítica y soluciones (he aquí la labor del equipo técnico entre el que destacamos la labor personalizada del psicólogo deportivo).

Los malos resultados han de llevar inherente una mayor motivación para cada oportunidad de romper la tónica negativa, cuando desaparece la motivación en una mala racha el equipo cae literalmente en barrena. Por otro lado, una racha de buenos resultados no implica tanto un buen nivel de motivación (“ganas de ganar”) sino una mayor autoconfianza, es decir, el dominio y seguridad que tiene el jugador sobre su propia actuación (“sé que voy a ganar”).

Si buscamos un rendimiento sostenible en el tiempo, e inmune a las bajadas de motivación, necesitamos retos constantes y hacer el siguiente partido especial: ya sea, ganándonos un puesto de titular, ya sea demostrando que hemos superado un bache, o hacernos buenos protagonistas de partidos estelares para la afición. Cualquier partido puede hacerse especial y he aquí la labor del entrenador para marcar siempre objetivos relevantes a sus jugadores y que éstos estén sujetos a consecuencias, tanto a premios como a castigos (y no hay mejor premio o castigo que el manejo estratégico y motivador de los minutos de sus jugadores).

El entrenador debe hacer ver a sus jugadores que el simple hecho de jugar ya supone un premio que ha de corroborar en el partido que comienza. Cada  vez más, los equipos se decantan por bajar los sueldos fijos y aumentar la parte variable sujeta a rendimiento y resultados y este es un camino sin retorno donde el jugador no puede permitirse NO ESTAR MOTIVADO y el entrenador DEBE MARCAR OBJETIVOS QUE SEAN RELEVANTES PARA EL JUGADOR.

José Ángel Caperán

futboldecabeza.com

 

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4 respuestas a “La motivación en la rutina”

  1. Hola Christian

    Sobre la primera duda que me comentas sobre la frase “No es correcto utilizar el miedo como premio tras un buen rendimiento pues el jugador acaba por no saber qué es lo que se espera de él”, te la aclaro:

    El jugador que ha tenido un buen rendimiento en el primer tiempo llega al descanso creyendo que lo que ha hecho está bien y espera confirmarlo con las palabras de reconocimiento del entrenador. Hasta ahí todo correcto, pues los entrenadores suelen reforzar a sus jugadores cuando rinden bien y reconociéndoles verbalmente. Sin embargo, muchos entrenadores temen que este elogio suponga que el jugador caiga en un exceso de confianza y suelen introducir comentarios para alarmarles (por ejemplo: recordad que el otro día empezamos ganando y luego perdimos) con los que realmente nos arriesgamos a que el jugador interprete cierta infravaloración de lo que acaba de hacer. Y puede llegar a percibir que lo haga bien o mal siempre recibirá palabras negativas y no alcanzará a saber qué rendimiento concreto se le pide para sólo recibir elogios, es decir, la excelencia.

    Estas palabras negativas tras un buen rendimiento, aunque sólo sea para alertarles, impiden que el jugador coja autoconfianza y saboree “la inercia” del buen rendimiento (cuando parece que todo lo que hace le sale bien). Lo que busca el entrenador con el uso de alarmas es que no decaiga la concentración pero debe tener claro que, cuando hay una racha de malos resultados lo primero es aumentar la autoconfianza (es decir, la seguridad de que lo que está haciendo es correcto y está dominando la situación).

    Durante un partido, y durante el descanso, a un jugador se le ha de decir lo que ha de hacer, no recordarle acontecimientos negativos que intervienen directamente en sus sensaciones físicas en el momento que los está recordando:

    Por ejemplo: decirle a un jugador “no pierdas el balón” durante el partido supone activar esa experiencia en su memoria muscular y que el cuerpo reaccione en relación al contenido de su pensamiento –pues no va el pensamiento por un lado y el físico por otro, están interrelacionados intensamente-.

    Debemos seguir la siguiente estructura a la hora de dar la instrucción:

    1º. ¿Qué vamos a hacer? “Tenemos que mantener la intensidad en la segunda parte”
    2º. ¿Cómo lo vamos a hacer? (las instrucciones técnicas que considere oportunas el entrenador)

    Si vamos a utilizar lenguaje negativo (ejemplo: no podemos dejar a Fulanito solo por la banda) debe ir siempre seguido de una instrucción positiva (…así que Menganito se va a mover hacia la banda para acorralarlo)

    • En RESUMEN:
    El entrenador no debe dar por supuesto que los jugadores saben lo que han de hacer sólo recordándoles lo que NO deben hacer.

    ¿Qué opináis?
    ¡Un saludo!

    José Ángel Caperán

    futboldecabeza.com

  2. Hola José,

    Gracias por tu respuesta. No me queda claro esto:
    «No es correcto utilizar el miedo como premio tras un buen rendimiento pues el jugador acaba por no saber qué es lo que se espera de él», podrías poner un ejemplo por favor.

    Me queda clara la opción de continuar con la dinámica positiva que esta ocurriendo en el juego. Creo que esto que manejas significa dentro del jugador en «yo quiero – yo puedo, lo estoy haciendo bien» al «no voy a cometer un error, no me equivocaré». En cierta forma, estas abriendo la puerta a lo negativo y dejando de tener esa fortaleza mental que habías conseguido.

    Ahora bien, creo que esta fortaleza o seguridad mental siempre será mejor sustentada si el jugador tiene claro lo que debe de hacer dentro del campo, si tiene claras sus referencias o soluciones para actuar. Esto lo debe dejar claro el entrenador en los entrenamientos, claro, habrá momentos en los que el jugador por su idea o creatividad del mismo juego resolverá como el crea conveniente.

    Recuerdo que algunas veces, en durante el juego, entre en duda y por lo tanto en nerviosismo ya que el entrenador me pedía algo y yo actuaba diferente. Por eso te comento lo del párrafo anterior. Por medio del entrenamiento he encontrado que los jóvenes sean más seguros en su juego. Un concepto que les manejo, es que les pido «no pensar» si no que «decidan», les pido que decidan ¿con base en qué? pues en las referencias e indicaciones que hemos trabajado. Este grito regularmente lo manejo en las prácticas, en los partidos les dejo jugar y sólo grito para fortalecer lo positivo o para que vuelvan al juego ante un error «vuelve al juego, «la siguiente jugada es la importante». Durante el medio tiempo corregimos los errores y fortalecemos lo bien hecho.

    ¿qué opinas José?

    Un abrazo.

    christian rd.

  3. Hola Christian

    Comparto contigo tu opinión sobre ese tipo de declaraciones a los futbolistas tras un buen rendimiento y que tienen, supuestamente, el propósito de que éstos no bajen su concentración.

    En este artículo hablamos del impacto positivo que tiene un resultado negativo en la motivación para el siguiente partido, porque se ve éste como una oportunidad de resarcimiento. No tiene nada que ver con el caso que me comentas que, por otro lado, estoy totalmente de acuerdo contigo.

    En el caso que citas de las declaraciones de Pepe Mel, en las que recuerda reiteradamente a sus jugadores la tendencia “a cagarla” tras un buen rendimiento, considero que se puede llegar a interrumpir la inercia positiva que logra el jugador que está rindiendo bien. De esta manera, si yo le digo a este jugador, tras un excelente primer tiempo, que “otras veces nos pasó y acabamos perdiendo” estoy sustituyendo la dinámica positiva (ritmo y sensaciones) del primer tiempo incrementando innecesariamente la activación negativa. Es decir: pensar en lo que no quiero que pase y, como lo estoy recordando, lo estoy sintiendo provocando sensaciones negativas que acaban neutralizando la confianza ganada en el primer tiempo.

    El objetivo que busca el entrenador con este tipo de mensajes es que el jugador no baje la intensidad de juego pero ha de preguntarse si el hecho de inducir mensajes negativos a los jugadores, en lugar de plantearles acciones (qué deben hacer, y no que NO deben hacer) para mantener esa dinámica de juego.

    Como resumen:

    • No es correcto utilizar el miedo como premio tras un buen rendimiento pues el jugador acaba por no saber qué es lo que se espera de él.
    • Y tampoco es correcto que el entrenador favorezca creencias exageradas, y poco analizadas, que el jugador acaba aceptando como “leyes” o “tendencias inevitables”, por ejemplo: siempre que jugamos un buen primer tiempo acabamos haciendo un segundo tiempo desastroso. Provocando lo que en psicología se llama PROFECÍA AUTOCUMPLIDA, es decir, pienso en lo que va a ocurrir, me siento como si estuviera ocurriendo, bajo mi rendimiento y acaba ocurriendo aquello que temía al principio.

    Espero haberos orientado. ¿Qué opináis?

    ¡¡Un saludo!!

    José Ángel Caperán

    futboldecabeza.com

  4. Hola José, gracias por el artículo. Te he mandado a twitter una nota que tiene que ver con lo que comentas. Pepe Mel, les hace ver a sus jugadores que han tenido un buen juego frente al Getafe, reconoce el por qué de este triunfo, sin embargo contrasta con la «motivación» o puesta en tierra que también les hace ver a sus jugadores «si creemos que somos buenos, perderemos». Esto es muy común en clubes y equipos mexicanos, inclusive al medio tiempo, cuando reconoces lo bien hecho hasta el momento. Resulta que viene el otro juego o la segunda parte y tómala que sale un desastre. Veo el punto que intenta proteger Pepe Mel, pero no estoy de acuerdo en la forma. Creo que debe hacerles ver a sus jugadores que estas oportunidades, son las que les harán crecer como jugadores, para ponerles como equipo en un mejor lugar y al final del torneo obtener un mejor contrato en el club o la invitación a otro de mayor jerarquía. ¿Me explico?. No comparto el, «no la vayan a regar», «no se me apendejen (así decimos en México). No me imagino a Mou, Guardiola o Del Bosque o cualquier otro entrenador en un club de jerarquía diciéndoles esto a sus jugadores. Francamente creo que al nivel que sea se debe mencionar. Ojo, una cosa es no advertir de las consecuencias de no trabajar como lo han hecho en el juego o juegos anteriores o en el primer tiempo. Ponerles en la realidad de no hacerlo es parte del entrenador.
    Un abrazo.
    Christian Ramírez

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