Comentario fuboldecabeza.com:
El
seleccionador nacional nos alerta de la presión que hay sobre el equipo ante un exceso de optimismo. El “entrenador templado” intenta mantener a sus jugadores dentro del mismo clima interno, abstraído y tranquilo, que le permitió ganar Eurocopa y Mundial. El míster ha de ser el regulador de la presión externo e interna, el parachoques y el protector del equipo.
En el fútbol actual es ingente la presión que debe sorportar un jugador que está expuesto a la valoración de todo el mundo (aficionados, prensa, esponsors...) y, muchas veces, sin límite en las formas ni en el fondo. Sin embargo, el jugador de élite no es más que un competidor que pretender lograr un objetivo deportivo que depende de sacar el máximo a su condición física y psicológica en un momento determinado. Este nivel óptimo de rendimiento es muy frágil, y es el mismo que el de un gimnasta en la final de los juegos olímpicos y el de un jugador multimillonario en el final de la Champions.
Aquí el entrenador tiene un papel fundamental a la hora de crear esa burbuja a su equipo que le permita llegar al pico de forma físico y psicológico, al margen de los terremotos de expectativas y emociones que asedian a la plantilla más allá de la líneas del campo. Aunque, desde luego, este estilo de entrenador debe imponerse a los egos individuales de los jugadores con un liderazgo claro y definido que oriente a todo el equipo a un resultado colectivo.
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