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Antes de cualquier cosa, ya sea tirar un penalti, realizar un saque de banda o un contrataque, en nuestro cerebro se produce una cadena de acontecimientos que debemos conocer y controlar con nuestro psicólogo deportivo para conseguir el objetivo, es decir: hacer la tarea lo mejor que podamos y, con eso, tener mayores posibilidades de éxito.

1º. Analizo la situación a través de los sentidos, en décimas de segundo, para saber qué hacer. Por ejemplo: debo tirar a puerta desde aquí.

2º. La situación que estoy analizando despierta en mí una respuesta emocional en función de cuán seguro me encuentro ante esta decisión, basándome en mi recuerdo (debemos saber que los recuerdos negativos tienen mayor peso que los positivos, por lo que debemos entrenarnos para dominar esta tendencia natural). Por ejemplo: no estoy seguro de que sea la decisión adecuada; ojalá no falle como la última vez; ojalá no pierda el balón, etc.

3º. A continuación, esa emoción, proveniente de ese recuerdo que ha despertado mi decisión, impacta físicamente en mi cuerpo: se tensa el diafragma, impidiendo que se respire con el 100% de capacidad pulmonar y se tensan los músculos implicados en ese movimiento como si estuvieran preparándose para reproducir el error.

Debemos tener claro que cualquier cosa que pensemos tiene un impacto físico y éste va a influir, decisivamente, en la ejecución. Por lo tanto es BÁSICO aprender a dominar los pensamientos y los recuerdos, antes, durante y después de las competiciones.

4º. Esa tensión muscular y esa dificultad para respirar con el 100% de capacidad pulmonar hacen que el ajuste de la postura del cuerpo (por ejemplo: la técnica para lanzar una falta), la resistencia, la velocidad y fuerza se vean decisivamente perjudicadas.

El entrenamiento psicológico para la competición consiste en que el deportista sea capaz de:

• Realizar análisis rápidos con el 100% de la atención en el juego
• Actualizar en su memoria, durante el partido, las tareas similares que fueron realizadas con éxito, reduciendo así el tiempo de la toma de decisiones. Y programando así su esquema corporal hacia una realización correcta basada en lo que quiero hacer (no en lo que no quiero). Activamos los músculos del cuerpo y la posición del cuerpo para la correcta ejecución, no para el error.

RECORDEMOS: no podemos hacer nada conscientemente si nuestro cerebro no ha activado antes “la plantilla” de cómo se hace. Y esa “plantilla” no es objetiva, que sea correcta o no, se basa en nuestra experiencia, en cómo la recordamos durante la competición y en qué sentimos mientras la recordamos (emociones positivas o negativas).

En futboldecabeza.com te entrenamos para ello.

Escríbenos.

José Ángel Caperán

Psicólogo deportivo

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