El objetivo de todo deportista que se tome en serio su disciplina es retirarse sabiendo que ha llegado a su tope genético. Esto es algo que muy pocos, incluso la mayoría de los deportistas de élite, consiguen. ¿Por qué? Porque son tantos los factores que pueden impedir a alguien talentoso triunfar que es más probable encontrar campeones que no tengan el talento de los supuestos “diamantes en bruto”.
Es necesario talento, sí, pero más necesario aún es cumplir con una serie de factores que no hace falta nacer con ellos, se pueden entrenar si tengo claro mi objetivo, la metodología para trabajarlos y estoy dispuesto a esforzarme por ello.
El psicólogo deportivo trabaja 9 factores entrenables por el deportista, imprescindibles para explotar ese mayor o menor talento. ¿Cuál es tu nivel en cada uno de ellos?
- Motivación intrínseca: disfrutar de la mera práctica de ese deporte, sentir un gozo especial cuando se juega al fútbol, cuando se hacen acrobacias en el gimnasio, cuando se corre o se va en bici después de un a día duro de estudio o trabajo, etc.
- Atracción por la competición: sentir la necesidad de poner de relieve en una competición todo lo invertido en los entrenamiento y lograr, tanto la satisfacción individual de ponerse a prueba, como la demostración de los progresos a rivales y público.
- Autodisciplina: dominio de la tendencia a la comodidad de nuestro cerebro a evitar cualquier tipo de dolor e incomodidad. Desarrollando el autocontrol suficiente como para poner el objetivo por encima del esfuerzo que se ha de hacer.
- Autocrítica: fomentar una constante necesidad de mejora en sus actuaciones, sin perderse en excusas o en aspectos que no están bajo su control.
- Apertura al aprendizaje: interés por nuevas formas de hacer aceptando el criterio multidisciplinar del alto rendimiento (pilar físico, técnico, táctico y psicológico). El deportista ha de tener gusto hacia el rol autodidacta y a la innovación constante.
- Manejo eficaz de la atención: evitando desviaciones del foco atencional hacia estímulos que perjudican el rendimiento (experiencias pasadas negativas, distractores presentes, dispersión de la atención hacia elementos inútiles para el “ahora”, incapacidad para mantener centrado el foco, etc).
- Control del esquema corporal: domino cerebral de la posición del cuerpo y del estado de tensión muscular de cada parte, con el objetivo de que exista una correspondencia perfecta entre el movimiento imaginado y el ejecutado en la realidad. Este punto tiene una gran importancia en casos como reincorporaciones tras lesiones, deportistas en edad de crecimiento, recomposición de la técnica tras los errores o imprevistos en la competición y, finalmente, ante adquisición de nuevos movimientos técnicos.
- Autoconfianza: la seguridad que tiene el deportista de que controla su actuación, que sabe lo que ha de hacer en todo momento y circunstancia porque ha aprendido de sus experiencias pasadas.
- Autocontrol de la activación: el deportista conoce su nivel de activación psicofisiológica óptimo para rendir en la competición y es capaz de regularlo in situ de forma exitosa.
Es tan importante cumplir con los 9 factores que, para conseguir nuestro objetivo y retirarnos sabiendo que hemos entregado al máximo, quizá lo menos importante es el talento (y, aunque lo fuera, nada podríamos hacer salvo volver a nacer).
Y todos nos preguntaréis que falta un punto importante… ¿La suerte? Si el fracaso no lo podéis explicar con ninguno de los anteriores nueve factores quizá sí podamos aceptar la suerte como explicación pero, si duda, hay un alto porcentaje de esa llamada “suerte” que tras este artículo se darás cuenta que está bajo tu control y responsabilidad. Porque quizá es demasiado fácil atribuir a la mala suerte la falta de un afrontamiento completo del rendimiento.
De estos 9 factores ¿cuál es su punto flaco? ¿o es que simplemente tienes mala suerte? Escríbenos y empieza a trabajar la parte de tu talento que está en tu mano mejorar:
contacto@futboldecabeza.com
José Ángel Caperán
Psicólogo Deportivo
futboldecabeza.com
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