Tan malos son los defectos como los excesos. Un exceso de seguridad conlleva una bajada de concentración e incluso algo más peligroso: una bajada de la motivación. El futbolista ha de conocer cuál es su punto óptimo de autoconfianza, es decir, la seguridad que tiene de que la situación está bajo su control.
Este nivel de autoconfianza debe ser lo suficientemente alto como para que la ansiedad no le bloquee y pueda tomar las decisiones correctas (pensando en décimas de segundo sus acciones); pero no demasiado alta para que el partido suponga un reto, una motivación y un nivel de estrés saludable para tener los 5 sentidos (más la intuición que es el 6º) totalmente alerta.
José Ángel Caperán
futboldecabeza.com
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