Quiero entrenar con un psicólogo deportivo

¡En casa a la fuerza! Los jugadores a disgusto (III)

Finalmente el tercer vínculo profesional que afecta al rendimiento del jugador es la relación con la directiva del club. Cuando ésta es mala (y tanto el entrenador como sus compañeros están a bien con él) suele ser, en la mayoría de las ocasiones, por temas relacionados con la renegociación de sus contratos o con desacuerdo sobre la marcha del jugador.

No debemos olvidar, y muchas veces se hace por un “forofismo” exacerbado e irracional, que un jugador de fútbol es un profesional de corta vida laboral y busca, como todos, el máximo beneficio en el tiempo que pueda jugar al máximo nivel. Tanto los medios de comunicación deportivos como los aficionados más acérrimos tienden a demonizar esta postura en favor de un supuesto “romanticismo” hacia los colores del club. Se habla de traición, de mercenarismo, de morir por el equipo… Esto vale para rellenar páginas de prensa o decir bravuconadas en las tertulias de radio pero, sin quererlo, perdemos la perspectiva de que se trata de un trabajo, de un negocio, de un mercado, donde la herramienta es algo tan frágil como un cuerpo que no rendirá al 100% más de 6 ó 7 años en el mejor de los casos.

Las directivas de los clubes tienden a entrar en ese chantaje emocional al jugador e, incluso, lo fomentan cuando éste no está de acuerdo con las condiciones. Este tipo de presión suele llevar a que el jugador se sienta sólo pues, no lo vamos a negar, ni el entrenador ni sus compañeros van a morder la mano que les da de comer. La mayoría de las veces adoptan una actitud neutral, ni comentan ni opinan; sin embargo, cuando la situación se prolonga, al jugador puede parecerle escaso el apoyo que recibe de aquéllos y descubrir, “sorprendido”, que no eran amigos sino simplemente compañeros de trabajo.

Pero, como siempre ha pasado, las emociones exacerbadas del público suelen desvanecerse en tiempo récord. El jugador profesional ha de tomar decisiones racionales y no perderse en las emociones de otros, pues éstas, las emociones, son tan inestables como un balón en el larguero.

José Ángel Caperán

futboldecabeza.com

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