Quiero entrenar con un psicólogo deportivo

¿Por qué no me pones Míster? Los jugadores a disgusto (II)

Cuando un jugador está a disgusto con el entrenador la situación afecta directamente al papel de aquél en el equipo y, sobre todo, a la evolución futbolística del jugador que llega a estancarse, por un lado, por falta de minutos de competición que aporten adrenalina suficiente como para rendir por encima de los entrenamientos de forma constante y, por otro lado, a la motivación del deportista que acaba por perder la relación entre el rendimiento en los entrenamientos y los partidos oficiales.

En un mundo “justo” si el jugador rinde en los entrenamientos diarios por encima del jugador que pelea con él por el puesto aquél acabaría jugando el partido como titular. Sin embargo esto no es así en la mayoría de las ocasiones ¿Por qué?

  1. Porque el otro compañero rinde cuando “debe” rendir, es decir, en las competiciones  su actuación en mejor, resiste mejor la presión incluso le favorece para dar un salto cualitativo en su juego.
  2. Porque el otro compañero tiene “un nombre”, un estatus, que se ha ganado a base de años y buenas actuaciones en momentos claves. Son las “vacas sagradas”, que para vencerlas el jugador que viene por detrás debe poseer el TRIDENTE: paciencia, automotivación y autocontrol para aprovechar las pocas oportunidades. Aquí es clave la figura del psicólogo deportivo pues este jugador, por sí solo, puede llegar a desesperarse y bajar el rendimiento dando al traste con las oportunidades.
  3. Porque no entra en el esquema de juego. Éste es un argumento válido siempre y cuando el entrenador no haya participado en el fichaje de ese jugador, si no es así hay dos culpables: por un lado, el entrenador que ha elegido a un jugador que no encaja en su estrategia, o bien que el entrenador se ha visto obligado a cambiar su estilo de juego con el consecuente sacrificio de jugadores que no se adaptan; y, por otro lado, el jugador que no ha sabido o no ha podido adaptarse a un estilo diferente, pues debemos tener en cuenta que un jugador de élite tiene entre sus virtudes la flexibilidad en el juego, o bien que éste no ha alcanzado el mismo rendimiento que se le presumía cuando se le fichó (en este caso el psicólogo deportivo es una figura clave para desbloquear a este jugador que, sin ningún problema físico, no alcanza el rendimiento que mostró en otros equipos).
  4. Porque el jugador ha estado demasiado tiempo inactivo. Por ejemplo con una lesión. Durante ese tiempo ha perdido estatus, se ha perdido momentos de gloria compartidos por todo el equipo menos él y otros jugadores han ocupado su lugar de forma satisfactoria. El principal problema para este futbolista es que, aunque logre alcanzar su mejor forma en el entrenamiento, el entrenador no quiera permitirse “experimentos”, es decir, dar una oportunidad a alguien que hace mucho tiempo que no compite ¿por qué? Porque pocas veces un equipo está lo suficientemente tranquilo como para arriesgarse a que un jugador no rinda al 100%. Las oportunidades de este jugador para volver a la titularidad pueden ser muy escasas y la misión de su psicólogo deportivo es que coincida la oportunidad (por ejemplo una lesión o sanción del titular) con un rendimiento del 200% en esos escasos minutos que nos brindan. Aquí este jugador debe cumplir la máxima del TRIDENTE si quiere volver a la titularidad.
  5. Porque ha cometido una falta imperdonable para su entrenador. En este caso, dependiendo del entrenador y la necesidad del equipo (que no encuentre sustituto) puede suponer, desde un tiempo “en la nevera” hasta la expulsión del equipo. En todo caso es difícil que el jugador no quede estigmatizado si no rinde al máximo nivel y de forma notoria para todos. En este caso el jugador, al verse indefenso, puede hacer una “huida hacia delante” y defenderse atacando al entrenador, craso error cuando el mundo del fútbol está perfectamente interconectado y cualquier equipo, hoy en día, se guarda “muy mucho” de no fichar jugadores problemáticos.

Otras veces, si el liderazgo del jugador es más sólido que el del entrenador y coincide con una situación delicada de resultados, el futbolista puede “cargarse” al entrenador como muchas veces ha pasado.

¿Cuál es tu caso? ¿Por qué no juegas si crees que deberías?

José Ángel Caperán

futboldecabeza.com

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