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El jugador, cuya su vida gira en torno al rol que desempeña en el fútbol, cuando se lesiona de gravedad e, inevitablemente, cuando se retira, suele sufrir una “crisis de identidad”, es decir, se encuentra descolocado fuera del fútbol, perdido. Si no se interviene en este tipo de problemas es muy frecuente que una lesión grave acabe desembocando en una depresión y, con ello, alargar de forma indefinida la incorporación a la élite de nuevo (sin ayuda es frecuente que el jugador ponga fin así a su carrera deportiva) o, de incorporarse de nuevo, que fácilmente haya una recaída (recordemos a Ronaldo). Y, en el caso de la retirada, , conducir a problemas de adaptación importantes que deriven en una forma de vivir caótica y autodestructiva: los juguetes rotos del fútbol (recordemos a Ronaldinho), millonarios sí, pero olvidados (que es la peor ruina que una estrella del fútbol puede sufrir).

Por eso muy importante educar en las canteras a los jugadores, desde niños, no sólo para rendir en los partidos sino también para que, fuera del fútbol, también sean eficaces: fomentar un nivel cultural que permite alejarse y tomar distancia de la visión túnel que muchos jóvenes futbolistas tienen de su propio mundo (muchas veces irreal y que suele acabar con crueldad cuando el mundo del fútbol les expulsa sin contemplaciones por falta de nivel, por exceso de edad o por una lesión), desarrollar aficiones sanas ajenas al fútbol o, incluso, desarrollar diferentes puntos de vista dentro del mundo del fútbol (árbitros, entrenadores, médicos, fisioterapeutas, psicólogos deportivos, periodistas, gestores deportivos, empresarios…). ¿Qué gana el club de fútbol? Pues jugadores más maduros y resistentes a situaciones adversas.

Si cogiéramos a las principales estrellas mundiales del fútbol y ya no les permitiéramos volver a jugar ¿Qué sería de ellos? Sin duda tendrían el futuro económico garantizado, pero… ¿su autoestima? No todos los futbolistas son como David Beckham, quizá el único exfutbolista que sigue incrementando su fortuna ¿por qué? Porque Beckham es más que un futbolista, es un hombre de negocios de éxito.

Otros ejemplos de desarrollo de competencias profesionales a partir del fútbol es el de los entrenadores. Un jugador, para convertirse en un entrenador de éxito, debe haber sido mucho más que un jugador de éxito (a veces ni es necesario), debe ser inteligente, estratega, con gran capacidad de análisis, liderazgo, carisma y buen comercial de sí mismo. No todas las estrellas del fútbol serán los nuevos Guardiola, Del Bosque o Mourinho ¿Por qué? Porque son SÓLO  futbolistas.

¿Qué es Messi sin poder jugar? La crueldad de la respuesta la experimentará cuando empiece el declive de su carrera, es decir, cuando el fútbol le expulse y coloque a otro “Dios” en su lugar, y así ha pasado siempre, y seguirá pasando, aproximadamente cada ocho años (en el mejor de los casos) en el trono del fútbol.

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José Ángel Caperán

Psicólogo Deportivo

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