El fútbol es un deporte psicológicamente complejo. Es imposible tener las 4 cualidades psicológicas (motivación, autoconfianza, atención y autocontrol) al 100% cada semana.
Un jugador que por fin es convocado después de un tiempo sin serlo tendrá un nivel de motivación muy alto, pero un nivel de autoconfianza quizá demasiado pretencioso (pues no tiene experiencia reciente en competición que acredite que va a rendir bien), un nivel de atención quizá demasiado disperso (dirigido al entrenador, al compañero que sustituye, a la familia que va a verle jugar de nuevo, … , es decir, a demasiado cosas antes que al partido presente), y, con todo este exceso de energía psicológica y dispersión del objetivo, probablemente bajo autocontrol.
Un jugador que juega todos los partidos tendrá su motivación a, como mucho, un nivel medio, salvo cuando son partidos “especiales” que es cuando se dispara esa motivación (perjudicando el autocontrol por ese exceso de energía).
Un equipo que se ve inmerso en una mala racha tendrá una motivación alta hacia el siguiente partido pero su autoconfianza (la seguridad que tiene de que va a hacer bien lo que se plantea hacer) va a ser muy baja, su atención se puede focalizar en los errores (condicionando su “programación” para ganar) y, todos estos excesos impiden que pueda tener un buen autocontrol, al contrario, lo más frecuente es que haya un descontrol constante hasta que ocurra un punto de inflexión que facilite una “recuperación psicológica”: un parón en la liga, una victoria por un gol aislado y sufrido, un cambio de entrenador, un cambio de alineación, etc.
Es misión del entrenador, apoyado y asesorado por el psicólogo deportivo, procurar que todos y cada uno de los jugadores tengan sus 4 MOTORES, no al 100% pues es imposible mantenerlos al 100% durante toda la liga, pero sí a un nivel adecuado para lograr un buen rendimiento en el partido que compete. Si no los tienen lo primero que hay que hacer es encontrar la causa: ¿es una causa individual del jugador? ¿la causa está en el equipo? ¿la causa está fuera del equipo? ¿la causa es el entrenador?
En segundo lugar el psicólogo deportivo debe desarrollar un plan de acción, junto con el entrenador y el jugador o el equipo, que incremente el nivel de los motores que estén más deteriorados: ¿es un problema de planteamiento de objetivos? ¿es un problema de confianza? ¿por qué?
En tercer lugar el psicólogo deportivo debe evaluar los resultados de las acciones llevadas a cabo y corregir lo que no sea útil o reforzar las mejoras. Toda intervención psicológica en el deporte debe orientarse a conseguir resultados, debemos desterrar de los programas de entrenamiento psicológico la idea de que “se trata de animar al jugador”, sino que “se trata de asesorar y formar al jugador para que alcance el rendimiento adecuado para ese partido en concreto con esas características concretas” (pues no todos los partidos son iguales, de la misma forma que un jugador no se siente ni piensa igual de una semana a otra).
Cuando se entra en una fase de partidos decisivos se exige a los jugadores estar cerca del 100% en motivación, autoconfianza, atención y autocontrol. Aquí no puede haber errores y todo el equipo debe mantener una media muy alta para rendir adecuadamente en el momento clave de la temporada. ¿Está el entrenador seguro de que todos los jugadores han alcanzado cerca del 100% en sus 4 MOTORES? Seguramente no pero, aun así, muchos siguen huyendo de la figura del psicólogo deportivo cuando es el único profesional formado para ello bien él directamente con los jugadores o bien a través de la figura del entrenador.
Envíanos tus consultas a: contacto@futboldecabeza.com
José Ángel Caperán
Psicólogo deportivo
futboldecabeza.com
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